25 de agosto de 2007

el payaso loco (Rubén Gallardo)

todo acontecía por momentos a mayor velocidad. el aire golpeaba sus ojos con más fuerza, reflejando como siluetas difusas lo que parecían ser personas aparentemente bien definidas. la sensación era vertiginosa, cada vez más incontrolable, más peligrosa por instantes y, tal vez por ello, más adicta a la vida. de nuevo estaba llegando a uno de los extremos. quedarse en uno de ellos ponía fin al peligro, otra vez quieto y vacío en mitad de la realidad, en mitad de la nada. no pararé jamás, se dijo instintivamente para sí. y lo tenía claro. las manos aguantaban firmes sobre la superficie rugosa de la barra. ¡ahora!. se soltó, la sensación de libertad le desgarró una lágrima por la mejilla, una lágrima que se tiznó de negro antes de caer al vacío. giró todo el cuerpo con exactitud milimétrica y asió de nuevo fuertemente la barra, dirección al otro lado. nunca antes lo había intentado, pero lo había anhelado tanto que parecía un auténtico acróbata. tanto, que las personas aparentemente bien definidas le aplaudían sin cesar, mientras los que le querían bien observaban angustiados y aterrorizados la escena. de camino hacia el otro extremo, se sintió mejor que nunca y la felicidad lanzó una lágrima por su mejilla, un lágrima que se tiznó de rojo antes de la caída libre. más velocidad, más fuerza, más siluetas difusas, más vértigo, más peligro y otro inminente cambio de rumbo requería de toda su atención. las manos habían comenzado a sudarle y sus brazos ya no los sentía como fuertes ramas agarrados a la vida, cerca de la muerte. decidió continuar un poco más, asesinando el pensamiento cómodo de parar. otro giro magistral, otra dosis de libertad, otro cambio de dirección. más aplausos de las personas aparentemente bien definidas. un impulso menor que los anteriores debido al cansancio, permitió que en esta ocasión si escuchara la ovación de las siluetas difusas. no era lo que buscaba, ni siquiera se había dado cuenta de ellas cuando decidió subir. inmediatamente entendió que debía parar, el juego ya no le divertía. un destello de locura le cegó y pensó en soltarse al vacío, al tiempo que se impulsó para caer de pie en la plataforma y agarrarse con instinto de supervivencia animal al mástil central. el trapecio siguió solo su vaivén, cada vez con menos fuerza pero con las trayectorias bien aprendidas, entre aplausos de las personas aparentemente bien definidas, totalmente ajenas al espectáculo que realmente había tenido lugar. una sonrisa invadió su cara, acompañando a la que se dibujaba en su rostro maquillado, al adivinar que su nariz roja había permanecido intacta durante todo el viaje. al tocar lona, alguien que le amaba le esperaba con una sonrisa y dos lágrimas, una negra y otra roja, en cada una de las mejillas. el resto de las personas aparentemente bien definidas quedaron definitivamente como siluetas difusas. ella y él escaparon camino al sur, aprendiendo a vivir sin miedo, amándose al borde del abismo, jugando con suicida naturalidad la partida que todos tenemos con la muerte. fue el payaso loco, fue la trapecista sin red.

Rubén Gallardo Fructuoso, 2006
(copyleft 2007 bajo una Licencia de Creative Commons)

18 de agosto de 2007

Las líneas de la mano (Julio Cortázar)

De una carta tirada sobre la mesa sale una línea que corre por la plancha de pino y baja por una pata. Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el piso de parqué, remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván y por fin escapa de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la calle. Ahí es difícil seguirla a causa del tránsito, pero con atención se la verá subir por la rueda del autobús estacionado en la esquina y que lleva al puerto. Allí baja por la media de nilón cristal de la pasajera más rubia, entra en el territorio hostil de las aduanas, rampa y repta y zigzaguea hasta el muelle mayor y allí (pero es difícil verla, sólo las ratas la siguen para trepar a bordo) sube al barco de turbinas sonoras, corre por las planchas de la cubierta de primera clase, salva con dificultad la escotilla mayor y en una cabina, donde un hombre triste bebe coñac y escucha la sirena de partida, remonta por la costura del pantalón, por el chaleco de punto, se desliza hasta el codo y con un último esfuerzo se guarece en la palma de la mano derecha, que en este instante empieza a cerrarse sobra la culata de una pistola.

Julio Cortázar, “Historias de cronopios y de famas”, 1962

12 de agosto de 2007

Tribus amazónicas, desapareciendo en nombre de la civilización

(…)
¿Cuál es el universo de estas tribus? Aislados de la sociedad, viven desde hace siglos en relación íntima con su medio ambiente. Dependen de su trabajo manual y se mueven en un entorno cada vez más restringido que dificulta su supervivencia.
¿Occidente se ha vuelto loco? Se han registrado grandes avances técnicos en los últimos años, pero en nuestro corazón cada vez somos más brutos los unos con los otros. Somos los mismos primitivos peleando por el oro, las tierras y el poder. El egoísmo pone en peligro nuestra supervivencia. La raza humana es la más terrible, una plaga que no estaba programada en el desarrollo de la Tierra. El planeta ha de luchar contra nosotros, porque lo estamos destruyendo. Hemos llegado al límite.
(…)
¿Hay más sensibilidad ante los problemas del medio ambiente que ante la desaparición de los indígenas? Es terrible decir eso, pero realmente consigues un impacto mayor si hablas del animalito del que ya sólo quedan tres ejemplares. Eso toca el corazón, y es bueno que así sea. Ahora bien, cuando expongo que tribus de millares de personas han sido reducidas a un solo superviviente, el efecto es menor. No es positivo que las personas se sientan más emocionadas por un árbol que por la supervivencia humana. El desalojo y el robo ya no nos afectan. La persona ha perdido la capacidad de conmoverse consigo misma y se conmueve más con los animales. El hombre decepciona al propio hombre.
¿Los indígenas han sido asesinados o pasto de enfermedades? Hay varias situaciones. Los asesinatos, con veneno y tiros, pertenecen a un pasado distante y hoy son esporádicos. La mayor violencia es el arrinconamiento permanente, la conquista de más tierra. Nuestra sociedad es voraz, y ahora viene el bioetanol para matar el hambre de combustible de otros puntos del mundo. Acorralar a los indígenas en territorios cada vez menores para dar lugar a la parafernalia occidental es una forma de continuar la matanza iniciada con el Descubrimiento.
El número de indígenas exterminados equivale al genocidio nazi, pero no hay museos de ese holocausto. Hay varios museos en Sudamérica, pero no se pide perdón, y los indígenas siguen desapareciendo hasta hoy. Nuestra historia sigue siendo muy sangrienta con ellos.
(…)

Extracto de entrevista a Sydney Possuelo, activista social y experto en sociedades indígenas, 2007

6 de agosto de 2007

Noche en la tierra (Jim Jarmusch)

Película compuesta por cinco capítulos, a través de los cuales Jim Jarmusch nos presenta el panorama nocturno de cinco grandes ciudades (Los Angeles, Nueva York, París, Roma y Helsinki), con un taxi, y lo que en él ocurre desde el anochecer hasta el amanecer de un mismo día, y obviamente con diferentes personajes, como hilo conductor.
Las relaciones (de antagonismo-similitud) entre el conductor del vehículo y los pasajeros son ampliamente exploradas por el autor y utilizadas como símil de la ciudad en la que se desarrolla cada episodio

Título original: “Night on The Earth”
Dirección: JIM JARMUSCH
Guión: JIM JARMUSCH
Fotografía: FREDERIC ELMES
Montaje: JAY RABINOWITZ
Producción: JIM JARMUSCH Y LOCUS SOLUS para JVC PICTURES
Duración: 128 minutos
Estreno: 17.06.92
Nacionalidad: USA
Música: TOM WAITS
Intérpretes: GENA ROWLANDS (Victoria), WINONA RYDER (taxista en Los Angeles), GIANCARLO ESPOSITO (Yoyo), ARMIN MÜLLER-STAHL (taxista en Nueva York), ROBERTO BENIGNI (taxista en Roma), MATI PELLONPAA (taxista en Helsinki), ISAACH DE BANKOLE (taxista en París), ROSIE PEREZ (Angela), BEATRICE DALLE (ciega).

Jim Jarmusch – Filmografía