24 de junio de 2008

Europa y la migración

Además de convertir a los emigrantes en delincuentes, como acaba de disponer la Unión Europea, y condenar a la cárcel las legítimas aspiraciones de los seres humanos de mudar el hambre de esperanza, hay algo que puede hacer Europa para evitar el bochorno de que alguien vaya a recordarle su historia, alguien que, obviamente, aún ignore que la desvergüenza nunca se sonroja.
(...)
Lo único que el primer mundo puede hacer por el tercero es seguir extendiendo los muros que ha creado, para que cada día sean más los kilómetros de muro que nos separen y mayor su altura. Y agregar más barreras, más alambradas, más vigilantes y candados, hasta separar aún más a América de Estados Unidos, y poner un desierto de distancia entre el sur de Europa y Africa., hasta que no quede en el muro un hueco, un simple resquicio, una sola ranura por la que se pueda cruzar al otro lado, ni el campesino latinoamericano ni el latifundista español, ni el cirujano etiope ni el hospital estadounidense, ni el jornalero senegalés ni la multinacional suiza.

Para que así, lejos de nuestro expoliador ejemplo, ese tercer mundo crezca y se desarrolle como buenamente pueda, con sus propios recursos y sus propios bienes y sus propios microbios, consciente de que, en el peor de los casos, por muy mal que le vaya, siempre estará a tiempo de reeditar nuestra ruina moral y económica.

Koldo Campos, Rebelión