23 de diciembre de 2007

El retrato de Dorian Gray (Oscar Wilde)

(…)
- ¿Es cierto que ejerce tan mal influencia, lord Herny? – dijo al cabo de unos instantes-. ¿tan mala como afirma Basil?

- La buena influencia no existe, señor Gray. Toda influencia es inmoral, inmoral desde el punto de vista científico.

- ¿Por qué?

- Porque influir en una persona significa entregarle el alma. Ya no piensa con sus propios pensamientos, ni se consume en sus propias pasiones. Sus virtudes dejan de ser reales. Sus pecados, si es que existe tal cosa, son algo prestado. Se convierte en el eco de una música ajena, en el actor de un papel que se ha escrito para otro. El fin de de la vida es el desarrollo personal. El perfecto desarrollo de la propia naturaleza: he ahí nuestra razón de ser. Hoy en día, la gente tiene miedo de sí mima. Han olvidado su principal deber, el deber que uno tiene consigo mismo. Naturalmente, son caritativos. Dan de comer al hambriento y de vestir al mendigo. Pero privan de alimento a su propia alma y están desnudos. El valor ha abandonado a nuestra raza. Puede que nunca lo hayamos tenido. El terror a la sociedad, que es el fundamento de la moral, el terror a Dios, que constituye el secreto de la religión: esos dos elementos nos rigen. Y sin embargo…

- Gira un poco la cabeza a la derecha, Dorian, sé buen chico –dijo el pintor concentrado en su trabajo y consciente sólo de que una expresión antes inexistente había surgido en el rostro de joven.

- Y sin embargo –siguió lord Henry con su voz pausada y musical, y con esa graciosa inflexión de la mano que siempre le había caracterizado y que ya tenía en la época de Eton-, yo creo que si un hombre viviese su vida con plenitud, integralmente, si diese forma a todos sus sentimientos y expresión a todos sus pensamientos, si hiciese realidad su sueños, creo que el mundo recibiría tal estímulo de renovada alegría que olvidaríamos todos los males del medievalismo para volver al ideal helénico, o a algo quizá más bello, más rico que el ideal helénico. Pero hasta el más valiente de entre nosotros se teme a sí mismo. La mutilación del salvaje tiene su trágica supervivencia en la autonegación que infecta nuestras vidas. Recibimos un castigo por nuestro rechazo. Cada impulso que luchamos por aniquilar, obsesiona nuestra mente envenenándola. El cuerpo peca una vez y así acaba con su pecado, ya que la acción es una forma de purificación. Nada queda después sino el recuerdo de lo placentero o la voluptuosidad del arrepentimiento. La única forma de librase de una tentación es ceder ante ella. De resistirse, el alma enfermará anhelando aquellas cosas que se ha prohibido, deseando lo que sus monstruosas leyes han convertido en terrible e ilícito. Se ha dicho que los grandes acontecimientos del mundo tienen lugar en la mente. Y es también en la mente, sólo en la mente, donde se cometen los grandes pecados. Usted mismo, señor Gray, con su floreciente juventud y su pálida adolescencia, usted mismo ha tenido pasiones que lo han atemorizado, pensamientos que lo han llenado de horror, sueños dormido y sueños despierto cuyo solo recuerdo podría cubrir de rubor sus mejillas.

- ¡Calle! –dijo Dorian Gray con voz desmayada-. ¡Calle usted! Me aturde. No sé qué decir. Presiento una respuesta, pero no puedo encontrarla. No hable. Déjeme pensar. O, más bien, permítame que intente no pensar.

Permaneció así casi diez minutos, inmóvil, con los labios entreabiertos y un raro brillo en los ojos. Era vagamente consciente de que nuevas influencias estaban actuando en su interior. Sin embargo, sentía que era de sí mismo de quien provenían. Las pocas palabras que había pronunciado el amigo de Basil –sin lugar a dudas palabras dichas por casualidad, y que encerraban una paradoja deliberada- habían tocado una cuerda secreta que nunca antes se había pulsado, pero que ahora sentía vibrar y palpitar con extrañas emociones.

(…)

Lord Henry lo observaba con su sutil sonrisa. Conocía el preciso momento en que debía callar. Se sentía profundamente interesado. Le asombraba la súbita impresión que sus palabras habrían producido y, recordando un libro que leyó a los dieciséis años, un libro que le había revelado muchas cosas que antes no sabía, se preguntó si Dorian Gray estaría pasando por una experiencia similar. Él sólo había lanzado una flecha al aire. ¿Había dado en el blanco? ¡Qué fascinante era aquel muchacho!

(…)


El retrato de Dorian Gray”, Oscar Wilde, 1890

7 de diciembre de 2007

El hombre que vive en casa del zapatero remendón

El pequeño remanso de paz de Suiza, por todas partes azotado por la marea viva de la guerra mundial, se convierte durante los años de 1915, 1916, 1917 y 1918, sin interrupción, en el escenario de una emocionante novela policíaca. En los hoteles de lujo, los enviados de las potencias enemigas, que hace un año jugaban amistosamente al bridge y se invitaban unos a otros a sus respectivas casas, se cruzan ahora fríamente y como si no se conocieran de nada. De sus habitaciones se escurre todo un enjambre de impenetrables figuras. Delegados, secretarios, agregados, comerciantes, damas cubiertas o descubiertas, todos ellos con encargos misteriosos. Delante de los hoteles estacionan lujosos automóviles con emblemas extranjeros, de los que se bajan industriales, reporteros, grandes músicos y turistas aparentemente ocasionales. Pero casi todos tienen una única misión: enterarse de algo, atisbar algo. Y tanto el mozo que les acompaña hasta las habitaciones como la chica que las limpia, son instigados a observar, a estar al acecho. Por todas partes, las organizaciones actúan unas contra otras. En las fondas, en las pensiones, en las oficinas de correos, en los cafés. Lo que se denomina propaganda es la mitad de las veces espionaje. Lo que adopta el aire del amor, traición. Y cada negocio al descubierto de cualquiera de estos apresurados forasteros encubre un segundo y un tercero. Todo es notificado. Todo, controlado. En cuanto un alemán de cierto rango entra en Zurich, ya lo sabe la embajada rival en Berna. Y una hora después, la de París. Día tras día, los pequeños y grandes agentes envían volúmenes enteros de informes auténticos o falsos a los agregados. Y éstos los reexpiden. Todas las paredes son de cristal. Los teléfonos están intervenidos. Con el contenido de las papeleras y el de las hojas de papel secante se reconstruye cualquier correspondencia. Y al final la confusión llega hasta el absurdo de que muchos no saben ya lo que son: si cazadores o cazados, espías o espiados, traicionados o traidores.

Únicamente sobre un hombre hay pocos informes en aquellos días. Tal vez porque pasa desapercibido y porque no se aloja en los hoteles elegantes, ni se sienta en los cafés, ni asiste a las sesiones de propaganda, sino que con su mujer vive por completo retirado en casa de un zapatero remendón. Se aloja justo detrás del Limmat, en la estrecha, vieja y retorcida Spiegelgasse, en el segundo piso de una de esas sólidas casas de techos abovedados de la parte antigua de la ciudad, ahumada en parte por el tiempo, en parte por la pequeña fábrica de embutidos que se encuentra en el patio. La mujer de un panadero, un italiano y un actor austriaco son sus vecinos. Lo que saben de él los inquilinos de la casa es que no es muy hablador. Y poco más. Que es ruso y que su nombre resulta difícil de pronunciar. Que hace muchos años huyó de su patria y que no dispone de grandes riquezas, ni está metido en ningún negocio lucrativo, lo sabe la patrona por las frugales comidas y el gastado guardarropa de la pareja, que con todos sus enseres apenas llenan el pequeño cesto que traían consigo cuando llegaron.

Ese pequeño hombre bajo y corpulento es tan poco llamativo y vive tan discretamente como le es posible. Evita la sociedad. Rara vez se encuentran los vecinos con la mirada penetrante y oscura de sus estrechos ojos. Rara vez tiene visita. Pero con regularidad, día tras día, todas las mañanas hacia las nueve, va a la biblioteca y se queda allí hasta que dan las doce. Justo diez minutos después de las doce está otra vez en casa. Y diez minutos antes de la una abandona la casa, para otra vez llegar el primero a la biblioteca, donde se queda hasta las seis de la tarde. Pero como las agencias de noticias sólo prestan atención a la gente que habla mucho y no saben que los hombres solitarios, que siempre está leyendo y aprendiendo, son los más peligrosos a la hora de revolucionar el mundo, nadie escribe un solo informe sobre ese hombre que pasa desapercibido y que vive en casa del zapatero remendón. En los círculos socialistas, por otra parte, se tiene puntual información sobre él. Que ha sido redactor en Londres de una pequeña y radical revista rusa de la emigración y que en San Petersburgo se le considera el líder de algún extraordinario partido de nombre impronunciable. Pero como habla con dureza y desdén de los más prestigiosos miembros del partido y declara que sus métodos son equivocados, como se muestra inabordable y por lo tanto inconciliable, no se preocupan demasiado por él. A las asambleas que organizar algunas noches en un café proletario asisten a lo sumo entre quince y veinte personas, en su mayoría jóvenes. Y así, se tolera a este hombre huraño como a todos los emigrantes rusos, que se calientan la cabeza con mucho té e infinitas discusiones. Nadie tiene al pequeño hombre de frente estrecha por influyente. Ni tres docenas de personas en Zurich consideran importante aprenderse el nombre de ese tal Vladímir Ilich Uliánov, el hombre que vive donde el zapatero remendón. Y si entonces uno de esos flamantes automóviles que en muy poco tiempo corren a toda velocidad de una embajada a otra, hubiera atropellado a ese hombre en la calle, dejándole muerto, el mundo no lo conocería, ni bajo el nombre de Uliánov ni bajo aquel otro de Lenin.


“El tren sellado. Lenin, 9 de abril de 1917”
Stefan Zweig, “Momentos estelares de la humanidad”, 1929

27 de octubre de 2007

los que celebraron el franquismo

Abril de 1939

El parte oficial del final de la guerra fue respondido con júbilo por el pretendiente a la corona de España, don Juan de Borbón, que enviaba al Caudillo el siguiente telegrama: “Uno mi voz nuevamente a la de tantos españoles para felicitar entusiasta y emocionadamente a V.E. por liberación capital España. La sangre generosamente derramada por nuestra mejor juventud será prenda segura del glorioso porvenir de España. Una, Grande y Libre ¡Arriba España!”.

Parabienes que compartía el Papa Pío XII en otro telegrama que daba cuenta de que la guerra ganada había sido algo más que una contienda, una cruzada. “Levantado nuestro corazón al Señor, agradecemos sinceramente con V.E. deseada victoria católica España, hacemos votos porque este queridísimo país, alcanzada la paz, emprenda con un nuevo vigor sus antiguas cristianan tradiciones, que tan grande le hicieron. Con estos sentimientos efusivamente enviamos a V.E. y a todo el noble pueblo español nuestra apostólica bendición.”

Desde Berlín, un último despacho ponía la guinda a tanta buenaventura. “Con motivo de la entrada de las tropas de España en Madrid, os envío mis más calurosas felicitaciones. España Nacional acaba de lograr la victoria definitiva sobre el bolchevismo, ese elemento destructor de los pueblos. Alemania saluda conmigo a vuestras magníficas tropas, y al expresaros nuestro entusiasmo tengo la certeza de que alumbra en España la áurea de un renacer que justificará los sacrificios y los esfuerzos realizados.” Firmado, el führer Canciller del Reich, Adolfo Hitler.

El diario Abc retornaba el día 29 a sus antiguos propietarios, …, con un dibujo a toda página del general Franco y una glosa del hombre de la nueva España.
(…)
Para los derrotados no hubo palabras. Quienes pudieron escapar salvaron la vida al precio de un largo exilio. Quines no pudieron hacerlo, o decidieron permanecer en España para continuar la lucha, tenían ante sí una labor hercúlea que les convertía en héroes anónimos. Virtudes y María del Carmen estaban entre ellos, aunque entonces no sólo no lo pretendían, sino que estaban muy lejos de saberlo.

“Trece rosas rojas”, Carlos Fonseca, 2004

24 de octubre de 2007

La vida te lleva por caminos raros

La vida te lleva por caminos raros
por la esquina más perdida de los mapas
por canciones que tú nunca has cantado
la vida te lleva por caminos raros.
La vida se acerca con los labios pintados
te elige siempre y se larga con otros
y así vamos siempre dando vueltas
la vida te elige con los labios pintados
Siempre hay algún bar que se llama Las Vegas
en alguna parte, en alguna parte
y siempre hay algún trozo averiado del día
que no puedes borrar pero te gustaría.
Siempre voy al bar del aeropuerto
cuando quiero ponerme triste
y siempre pido y nunca tienen
aquellas galletitas de la suerte.
Mirando las gotas estrellarse
como golondrinas en la noche
como pequeños sueños con el ala rota
como pequeños sueños con el ala rota.
Dime qué hay detrás de esas sonrisas tan tristes
un motor que no funciona o sólo corazones rotos
es mejor un cielo acostumbrado a defraudar
que fábricas de anhelos esparcidas en la noche.
Es mejor unos labios tristes
que cien aviones despegando
y es mucho mejor mi vida
si tú estás dentro.

(Diego Vasallo, 2005)

Quique González, "Avería y redención #7", 2007

21 de octubre de 2007

Fuego fatuo (Louis Malle)

Fuego fatuo (Le feu follet) Dirección: Louis Malle; Guión: Louis Malle, basado en la novela homónima de Pierre Drieu La Rochelle; Fotografía: Ghislain Cloquet; Música: Erik Satie; Edición: Suzanne Baron; Con: Maurice Ronet (Alain Leroy), Léna Skerla (Lydia), Yvonne Clech (Mademoiselle Farnoux) Hubert Deschamps (D'Aversau) , Jean Paul Mouklinot (Dr. La Barbinais) Francia - Italia, 1963, 108 min. Participaciones: Festival de Cine de Venecia (Premio Especial del Jurado y Premio de la Asociación Italiana de Críticos Cinematográficos), Italia 1963; Nominación Oscar Mejor Película Extranjera, 1964

La desesperación que desprenden las imágenes de 'Fuego fatuo' crece hasta límites abrumadores y se convierte pronto en una radiografía social, en un espejo en el que duele mirar."

30 de septiembre de 2007

La balsa de piedra (José Saramago)

Van ya por el camino, que es estrecho, Pedro Orce tiene que ir detrás, los otros le explicarán luego lo dicho, si al español le interesan realmente estas vidas portuguesas. No vivo en esta aldea de Ereira, comenzó Joana Carda, mi casa estaba en Coimbra, estoy aquí sólo desde hace un mes, al separarme de mi marido, los motivos, de qué serviría ahora hablar de los motivos, a veces basta con uno solo, otras veces ni juntándolos todos, si las vidas de cada uno de ustedes no les han enseñado eso, pobrecillos, y digo vidas, no vida, porque tenemos varias, afortunadamente se van matando unas a otras, de lo contrario no podríamos vivir. Saltó un reguero ancho, los hombres la siguieron, y cuando se recompuso el grupo, pisando ahora un suelo blando y arenosos, de tierra que las crecidas dejaron, Joana Carda siguió hablando, Estoy en casa de unos parientes, quería pensar, pero no es el balance de costumbre, habré hecho bien, habré hecho mal, lo hecho hecho está, lo que quería era pensar en la vida, para qué sirve, para qué serví yo en ella, sí, llegué a una conclusión y creo que no hay otra, no sé cómo es la vida. Se ve en la cara de José Anaiço y Joaquim Sassa que van desorientados, la mujer que bajó a la ciudad palo en mano proclamando imposibles actos de agrimensores les sale ahora filósofa en los campos del Montego, y de especie negativa o, más complicada aún, de esa categoría especial que dice sí cuando dice no, que dirá no cuando sí haya dicho. José Anaiço, que tiene licencia profesoral, está habilitado para percibir mejor las contradicciones, no es el caso de Joaquim Sassa, apenas las presiente, por eso le molestan doblemente. Prosigue Joana Carda, parada ahora porque está cerca del lugar adonde quiere conducir a los hombres, y aún le faltan algunas cosas por decir, otras que hubiere quedarán para otra ocasión, Si fui a Lisboa a buscarlos, no fue sólo por causa de los hechos insólitos a los que aparecen vinculados, sino porque vi que eran personas apartadas de la lógica aparente del mundo, y así precisamente me siento yo, habría sido una desilusión si no hubieran venido conmigo hasta aquí, pero vinieron, puede que aún haya algo que tenga sentido, o que vuelva a tenerlo después de haberlo perdido todo, ahora, acompáñenme.


José Saramago [1], [2], “La balsa de piedra”, 1986

26 de septiembre de 2007

Ciudad de Dios (Fernando Meirelles)

Una historia de rencores y envidias, de frustración y deseo, de cobardes y verdugos, de vejación y desgarro, de enfrentamiento y violencia, de dolor y muerte, de desgraciada realidad. A lo largo de este relato que abarca tres décadas, la película nos presenta un mosaico de tribus urbanas, de distintos comportamientos que acabarán cayendo en la corrupción, que tienen como común denominador las drogas como eje fundamental de su vida, ya sea como medio de supervivencia o como costumbre adictiva, pero, en definitiva, siempre como pasaporte a la destrucción. Pero el problema que refleja con pesimismo y desesperación “Cidade de Deus” no es el de los peligros personales de los estupefacientes, sino la vorágine en su totalidad, el mundo jerárquico e intocable que crean, los intereses económicos que mueven, la manga ancha de las autoridades ante ellos.

Y todo este mundo opresivo, este callejón sin salida, esta guarida infernal, es plasmado con rigor, narrado con grandiosa fuerza, cortante ritmo e inigualable pasión en esta película que aspira a convertirse en un título clave del realismo del tercer mundo, una película de visión indispensable, un grito de protesta ahogado por el envilecimiento global de la población, la complicidad de todas las clases sociales y el sufrimiento como rutina.


Dirección: Fernando Meirelles.
Codirección: Katia Lund.
País: Brasil.
Año: 2002.
Duración: 135 min.
Interpretación: Matheus Nachtergaele (Sandro Cenoura), Seu Jorge (Mané Galinha), Alexandre Rodríguez (Buscapé), Leandro Firmino da Hora (Zé pequeno), Phellipe Haagensen (Bené), Jonathan Haagensen (Cabeleira), Douglas Silva (Dadinho), Roberta Rodríguez Silvia (Berenice), Gero Camilo (Paraíba), Graziela Moretto (Marina), Renato de Souza (Marreco).
Guión: Bráulio Mantovani; basado en la novela de Paolo Lins.
Producción: Andrea Barata Ribeiro y Maurício Andrade Ramos.
Música: Antonio Pinto y Ed Côrtes.
Fotografía: César Charlone.
Web oficial: www.cidadedeus.com
Info: http://es.wikipedia.org/wiki/Ciudad_de_Dios

15 de septiembre de 2007

Tom Waits, la voz rota en la feria de los perdidos

Voz de humo, de ambiente cargado de sueños rotos, de lluvia incesante barriendo los días, de tristes cabriolas de titiritero ambulante, de ciudad devoradora, de saxos arrastrados, de desolados perdedores, de gato callejero, de miradas calientes, de vagabundos, de antros olvidados, de esquinas turbadoras... Y de una catarata emocional que no deja indiferente. Escuchar a Tom Waits desagrada o engancha, pero contiene demasiadas sensaciones como para olvidarle.


Tom Waits, Library

5 de septiembre de 2007

Alicante, fin de un sueño, inicio de la barbarie

Alicante, 1 de abril de 1939

Huir, escapar hacia la costa levantina se convirtió para muchos en objetivo prioritario. (…) El puerto de Alicante se convirtió en el refugio de una multitud, entre doce y quince mil personas, que esperaba en vano la llegada de nuevos barcos que nunca aparecerían. Sí se presentaron, en cambio, la tarde del día 30 las tropas italianas de la División Vittorio (…). Cercados, a la derrota en el campo de batalla se sumó otra que calaba aún más hondo: la imposibilidad de escapar. Algunos optaron por pegarse un tiro allí mismo. Los más, por entregarse a las tropas nacionales.

El destino de la mayoría de ellos fue un improvisado campo de concentración erizado de alambradas en la falda del monte de San Julián, a un par de kilómetros de Alicante: el “Campo de los Almendros”. En una superficie de aproximadamente 3 kilómetros de largo por 500 metros de ancho, plagada de almendros, cuyos frutos fueron el único alimento de los allí confinados durante seis interminables días, llegaron a concentrarse cincuenta mil personas. A él fueron a parar los detenidos en el puerto, los que lo eran en los pueblos vecinos y los que circulaban por las carreteras, ya fueran militares o civiles, que formaban parte del éxodo general. Pasados unos días, comenzaron a ser clasificados y repartidos por otros centros de detención. A la prisión militar fueron los mandos republicanos más conocidos; el resto de los hombres fueron encarcelados entre la plaza de toros, los castillos de Santa Bárbara y San Fernando, y la prisión provincial, mientras las aproximadamente cinco mil mujeres detenidas, muchas de ellas con sus hijos, fueron concentradas en salas de cine de Alicante. Muchos de aquellos presos serían después trasladados a campo de concentración de Albatera.

A todos les llegó el eco del último parte oficial de guerra, firmado el 1 de abril por el Generalísimo : “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”.

La guerra había terminado, pero comenzaba una terrible represión para eliminar al disidente (…)

“Trece rosas rojas”, Carlos Fonseca, 2004

25 de agosto de 2007

el payaso loco (Rubén Gallardo)

todo acontecía por momentos a mayor velocidad. el aire golpeaba sus ojos con más fuerza, reflejando como siluetas difusas lo que parecían ser personas aparentemente bien definidas. la sensación era vertiginosa, cada vez más incontrolable, más peligrosa por instantes y, tal vez por ello, más adicta a la vida. de nuevo estaba llegando a uno de los extremos. quedarse en uno de ellos ponía fin al peligro, otra vez quieto y vacío en mitad de la realidad, en mitad de la nada. no pararé jamás, se dijo instintivamente para sí. y lo tenía claro. las manos aguantaban firmes sobre la superficie rugosa de la barra. ¡ahora!. se soltó, la sensación de libertad le desgarró una lágrima por la mejilla, una lágrima que se tiznó de negro antes de caer al vacío. giró todo el cuerpo con exactitud milimétrica y asió de nuevo fuertemente la barra, dirección al otro lado. nunca antes lo había intentado, pero lo había anhelado tanto que parecía un auténtico acróbata. tanto, que las personas aparentemente bien definidas le aplaudían sin cesar, mientras los que le querían bien observaban angustiados y aterrorizados la escena. de camino hacia el otro extremo, se sintió mejor que nunca y la felicidad lanzó una lágrima por su mejilla, un lágrima que se tiznó de rojo antes de la caída libre. más velocidad, más fuerza, más siluetas difusas, más vértigo, más peligro y otro inminente cambio de rumbo requería de toda su atención. las manos habían comenzado a sudarle y sus brazos ya no los sentía como fuertes ramas agarrados a la vida, cerca de la muerte. decidió continuar un poco más, asesinando el pensamiento cómodo de parar. otro giro magistral, otra dosis de libertad, otro cambio de dirección. más aplausos de las personas aparentemente bien definidas. un impulso menor que los anteriores debido al cansancio, permitió que en esta ocasión si escuchara la ovación de las siluetas difusas. no era lo que buscaba, ni siquiera se había dado cuenta de ellas cuando decidió subir. inmediatamente entendió que debía parar, el juego ya no le divertía. un destello de locura le cegó y pensó en soltarse al vacío, al tiempo que se impulsó para caer de pie en la plataforma y agarrarse con instinto de supervivencia animal al mástil central. el trapecio siguió solo su vaivén, cada vez con menos fuerza pero con las trayectorias bien aprendidas, entre aplausos de las personas aparentemente bien definidas, totalmente ajenas al espectáculo que realmente había tenido lugar. una sonrisa invadió su cara, acompañando a la que se dibujaba en su rostro maquillado, al adivinar que su nariz roja había permanecido intacta durante todo el viaje. al tocar lona, alguien que le amaba le esperaba con una sonrisa y dos lágrimas, una negra y otra roja, en cada una de las mejillas. el resto de las personas aparentemente bien definidas quedaron definitivamente como siluetas difusas. ella y él escaparon camino al sur, aprendiendo a vivir sin miedo, amándose al borde del abismo, jugando con suicida naturalidad la partida que todos tenemos con la muerte. fue el payaso loco, fue la trapecista sin red.

Rubén Gallardo Fructuoso, 2006
(copyleft 2007 bajo una Licencia de Creative Commons)

18 de agosto de 2007

Las líneas de la mano (Julio Cortázar)

De una carta tirada sobre la mesa sale una línea que corre por la plancha de pino y baja por una pata. Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el piso de parqué, remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván y por fin escapa de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la calle. Ahí es difícil seguirla a causa del tránsito, pero con atención se la verá subir por la rueda del autobús estacionado en la esquina y que lleva al puerto. Allí baja por la media de nilón cristal de la pasajera más rubia, entra en el territorio hostil de las aduanas, rampa y repta y zigzaguea hasta el muelle mayor y allí (pero es difícil verla, sólo las ratas la siguen para trepar a bordo) sube al barco de turbinas sonoras, corre por las planchas de la cubierta de primera clase, salva con dificultad la escotilla mayor y en una cabina, donde un hombre triste bebe coñac y escucha la sirena de partida, remonta por la costura del pantalón, por el chaleco de punto, se desliza hasta el codo y con un último esfuerzo se guarece en la palma de la mano derecha, que en este instante empieza a cerrarse sobra la culata de una pistola.

Julio Cortázar, “Historias de cronopios y de famas”, 1962

12 de agosto de 2007

Tribus amazónicas, desapareciendo en nombre de la civilización

(…)
¿Cuál es el universo de estas tribus? Aislados de la sociedad, viven desde hace siglos en relación íntima con su medio ambiente. Dependen de su trabajo manual y se mueven en un entorno cada vez más restringido que dificulta su supervivencia.
¿Occidente se ha vuelto loco? Se han registrado grandes avances técnicos en los últimos años, pero en nuestro corazón cada vez somos más brutos los unos con los otros. Somos los mismos primitivos peleando por el oro, las tierras y el poder. El egoísmo pone en peligro nuestra supervivencia. La raza humana es la más terrible, una plaga que no estaba programada en el desarrollo de la Tierra. El planeta ha de luchar contra nosotros, porque lo estamos destruyendo. Hemos llegado al límite.
(…)
¿Hay más sensibilidad ante los problemas del medio ambiente que ante la desaparición de los indígenas? Es terrible decir eso, pero realmente consigues un impacto mayor si hablas del animalito del que ya sólo quedan tres ejemplares. Eso toca el corazón, y es bueno que así sea. Ahora bien, cuando expongo que tribus de millares de personas han sido reducidas a un solo superviviente, el efecto es menor. No es positivo que las personas se sientan más emocionadas por un árbol que por la supervivencia humana. El desalojo y el robo ya no nos afectan. La persona ha perdido la capacidad de conmoverse consigo misma y se conmueve más con los animales. El hombre decepciona al propio hombre.
¿Los indígenas han sido asesinados o pasto de enfermedades? Hay varias situaciones. Los asesinatos, con veneno y tiros, pertenecen a un pasado distante y hoy son esporádicos. La mayor violencia es el arrinconamiento permanente, la conquista de más tierra. Nuestra sociedad es voraz, y ahora viene el bioetanol para matar el hambre de combustible de otros puntos del mundo. Acorralar a los indígenas en territorios cada vez menores para dar lugar a la parafernalia occidental es una forma de continuar la matanza iniciada con el Descubrimiento.
El número de indígenas exterminados equivale al genocidio nazi, pero no hay museos de ese holocausto. Hay varios museos en Sudamérica, pero no se pide perdón, y los indígenas siguen desapareciendo hasta hoy. Nuestra historia sigue siendo muy sangrienta con ellos.
(…)

Extracto de entrevista a Sydney Possuelo, activista social y experto en sociedades indígenas, 2007

6 de agosto de 2007

Noche en la tierra (Jim Jarmusch)

Película compuesta por cinco capítulos, a través de los cuales Jim Jarmusch nos presenta el panorama nocturno de cinco grandes ciudades (Los Angeles, Nueva York, París, Roma y Helsinki), con un taxi, y lo que en él ocurre desde el anochecer hasta el amanecer de un mismo día, y obviamente con diferentes personajes, como hilo conductor.
Las relaciones (de antagonismo-similitud) entre el conductor del vehículo y los pasajeros son ampliamente exploradas por el autor y utilizadas como símil de la ciudad en la que se desarrolla cada episodio

Título original: “Night on The Earth”
Dirección: JIM JARMUSCH
Guión: JIM JARMUSCH
Fotografía: FREDERIC ELMES
Montaje: JAY RABINOWITZ
Producción: JIM JARMUSCH Y LOCUS SOLUS para JVC PICTURES
Duración: 128 minutos
Estreno: 17.06.92
Nacionalidad: USA
Música: TOM WAITS
Intérpretes: GENA ROWLANDS (Victoria), WINONA RYDER (taxista en Los Angeles), GIANCARLO ESPOSITO (Yoyo), ARMIN MÜLLER-STAHL (taxista en Nueva York), ROBERTO BENIGNI (taxista en Roma), MATI PELLONPAA (taxista en Helsinki), ISAACH DE BANKOLE (taxista en París), ROSIE PEREZ (Angela), BEATRICE DALLE (ciega).

Jim Jarmusch – Filmografía

29 de julio de 2007

Cicerón (15 de marzo de 44 a.c.)

(…) Pero en la Historia se repite sin cesar la tragedia del hombre de espíritu que, en el momento decisivo, incómodo en su fuero interno por la responsabilidad, rara vez se convierte en un nombre de acción. Una vez más, en el hombre de espíritu, en el creador, se renueva la misma escisión: ver mejor las necedades de su época le lleva a intervenir y en un momento de entusiasmo se lanza con pasión a la lucha política, pero, al mismo tiempo, duda sobre si se ha de responder a la violencia con violencia. Su conciencia retrocede ante la idea de practicar el terror y derramar sangre. Y esa vacilación y esa deferencia en ese momento único, que no sólo autoriza la falta de consideración, sino que incluso la exige, paraliza sus fuerzas. Tras un primer arranque de entusiasmo, Cicerón observa la situación con peligrosa clarividencia. Observa a los conjurados, a los que aún ayer ensalzaba, y ve que no son más que unos pusilánimes, que huyen de las sombras de su propio crimen. Observa al pueblo y ve que hace tiempo que ya no es el viejo populus romanus, aquel pueblo heroico con el que soñara, sino una plebe degenerada que sólo piensa en el beneficio y en la diversión, en comer y en el juego, panem et circenses, que un día recibe con júbilo a Bruto y a Casio, a los asesinos, y al siguiente a Antonio, quien clama venganza contra ellos, y al tercero a Dolabela, que manda derribar todos los retratos de César. En esa ciudad degenerada, reconoce, nadie sirve ya con honradez a la idea de la libertad. Todos quieren únicamente el poder o su bienestar. César ha sido eliminado en vano, pues todos ellos sólo aspiran y pelean por su herencia, por su dinero, por sus legiones, por su poder. Tan sólo buscan el provecho y la ganancia para sí mismos, y no para la única causa sagrada, la causa de Roma.
En esas dos semanas, tras su prematuro entusiasmo, Cicerón está cada vez más cansado, se vuelve cada vez más escéptico. Nadie más que él se preocupa del restablecimiento de la república. El sentimiento nacional se ha extinguido, el interés por la libertad se ha perdido por completo. Al final siente repugnancia ante ese turbio tumulto. No puede seguir entregándose al engaño con respecto a la impotencia de sus palabras. A la vista de su fracaso, debe reconocer que su papel conciliador ha terminado, que ha sido demasiado débil o demasiado cobarde para salvar a su patria de la amenaza de la guerra civil. De modo que la abandona a su destino. A principios de abril deja Roma y –una vez más defraudado, una vez más vencido- vuelve a sus libros en la solitaria villa de Pozzuoli, en el golfo de Nápoles. (…)

Stefan Zweig, “Momentos estelares de la humanidad”, 1929

16 de julio de 2007

la partida (Rubén Gallardo)

sobre el viejo tapete verde raído y descolorido por el tiempo y la mala fortuna, empezó una nueva partida. tenía ante él las cartas que en la primera mano le había tocado jugar. apenas las levantó el ángulo justo para saber que tanto colorido no auguraba nada bueno a su devenir. una mirada más precisa le confirmó que ni siquiera el orden estaba de su parte. desechó tres de las cinco cartas con la incauta esperanza de que aún no estuviese todo perdido, y bebió otro trago antes de conocer las renovadas intenciones de su suerte. de repente, alguna antigua herida le ardió por dentro y quedó paralizado, con la mirada enmarcada y la vida en pausa. justo frente a él pudo identificar, con traicionera claridad, los cuatro ases marcados de la baza contraria que descansaban sobre la mesa con la indeferencia y despreciable seguridad del que se sabe vencedor. las cartas que antaño él mismo había marcado con la ingenua ilusión de ser un ganador, hoy le anticipaban una derrota inapelable sin necesidad de llegar al final del juego. la agónica luz amarillenta del cuarto de paredes desgarradas proyectaba la sombra de una botella de vino, ya vacía, sobre el montante de la apuesta. agotado, dejó caer bruscamente su cuerpo sobre el respaldo de la silla, quedando su mirada fija en una vieja pintura que siempre había estado allí, presidiendo la estancia, y sobre la que nunca antes había reparado. en la escena un bufón enano sonreía mientras dos forzudos hombres calvos y con prominentes bigotes le manteaban por los aires ante las obscenas risas y aplausos de los presentes y la satisfecha mirada del rey. fue entonces cuando decidió, tras comprobar que le quedaba suficiente dinero para agenciarse otra botella de vino, que la partida había terminado. se levantó con equilibrios propios del mejor trapecista, metió los billetes en el bolsillo izquierdo de su pantalón, se puso el cuero de las batallas nocturnas y echando un último vistazo nostálgico al cuarto, donde no había absolutamente nadie más que la presencia estática del bufón y los dos forzudos, apagó la luz y salió a la calle, girando por el primer callejón de neón al encuentro de una nueva partida.

Rubén Gallardo Fructuoso, 2007
(copyleft 2007 bajo una Licencia de Creative Commons)

8 de julio de 2007

Sidonie - "Costa Azul"

“Nuestro nuevo disco habla de la febril búsqueda de lo hermoso en medio de una mediocre realidad, y no lo hace hablando de rocío ni de primaveras, sino de autobuses, ascensores y carmín barato.”

www.sidonie.net

30 de junio de 2007

La importancia de llamarse Ernesto (Oscar Wilde)

(…)
LADY BRACKNELL. - (Cuadernito y lápiz en mano.) Debo decirle que no figura usted en mi lista de pretendientes elegibles, y eso que tengo la misma lista que la duquesa de Bolton. Como que puede decirse que trabajamos juntas. Sin embargo, no tengo inconveniente en apuntarle a usted, si sus respuestas son las que una madre que se preocupa de la felicidad de su hija tiene derecho a exigir. Vamos a ver: ¿fuma usted?
JUAN.- Sí, debo confesar que fumo.
LADY BRACKNELL.- Lo celebro. Todos los hombres deben tener alguna ocupación, sea cual sea. Hay demasiada gente ociosa en Londres. ¿Qué edad tiene usted?
JUAN. - Veintinueve años.
LADY BRACKNELL.- Una edad excelente para contraer matrimonio. Yo siempre he sido, de opinión de que un hombre que piensa en casarse debería conocerlo todo, o nada. ¿En qué caso está usted?
JUAN.- (Después de un momento de vacilación.) Yo..., no conozco nada, lady Bracknell.
LADY BRACKNELL.- Lo celebro también. ¡No hay nada como la ignorancia natural! Esas teorías modernas sobre la educación son de lo más pernicioso. Claro que la educación no hace muchos estragos que digamos, en Inglaterra. Felizmente para las clases altas. Bueno, ¿qué renta tiene usted?
(…)
JUAN.- Sí; también tengo una casa en plaza de Belgrave; (…)
(…)
LADY BRACKNELL.- (…) ¿Qué número de la plaza de Belgrave?
JUAN.- El 149.
LADY BRACKNELL.- (Con un movimiento de cabeza.) La parte que no está de moda. Me figuré que era algo. Sin embargo, esto podría remediarse fácilmente.
JUAN.- ¿El qué? ¿La moda o la parte?
LADY BRACKNELL.- (Secamente.) Ambas, si es preciso. ¿Cuáles son sus opiniones políticas?
JUAN.- La verdad, me temo que no tengo. Soy liberal- demócrata.
LADY BRACKNELL. - Bueno; pondremos conservador. Al fin y al cabo, viene a ser lo mismo. Pasemos ahora a detalles de menos importancia. Los padres de usted, ¿viven?
JUAN.- He perdido a ambos, lady Bracknell.
LADY BRACKNELL. - Perder a uno de ellos, señor Worthing, puede pasar por una desgracia, pero perder a los dos, parece realmente un descuido. ¿Qué era su padre de usted? Evidentemente, un hombre de cierta posición. Pero, ¿habría nacido en lo que los periódicos radicales llaman la púrpura del comercio, o provenía de la aristocracia?
JUAN.- La verdad es que no lo sé. Dije que había perdido a mis padres y, realmente, más exacto hubiera sido decir que mis padres me perdieron a mí... A estas fechas, no sé quién soy todavía... En una palabra: fui... sí, fui encontrado...
LADY BRACKNELL.- ¿Encontrado?
JUAN.- El difunto señor Tomás Cardew, un anciano caballero muy caritativo y de corazón bondadosísimo, me encontró y me dio el nombre de Worthing, simplemente porque en aquel momento tenía en el bolsillo un billete de primera clase para Worthing. Worthing es un lugar del condado de Sussex, a orillas del mar.
LADY BRACKNELL.- ¿Y dónde ese señor tan caritativo, que llevaba en el bolsillo un billete de primera
clase para Worthing, lo encontró a usted?
GRIESFORD.- (Gravemente.) ¡En una maleta!
LADY BRACKNELL.- ¿En una maleta?
JUAN.- (Con la misma seriedad.) Sí, lady Bracknell. En una maleta de cuero negro, bastante grande, con asas... En fin, una maleta corriente.
LADY BRACKNELL.- ¿Y en qué sitio se encontró este señor Jaime, o Tomás, Cardew esa maleta corriente?
JUAN.- En el guardarropa de la estación Victoria. Se la dieron equivocadamente por la suya.
LADY BRACKNELL.- ¿En el guardarropa de la estación Victoria?
JUAN.- Sí, línea de Brighton.
LADY BRACKNELL.- La línea es lo de menos, señor Worthing. Le confieso que eso que me dice usted me desconcierta bastante. Nacer, o por lo menos, ser criado en una maleta con asas o sin ellas, me parece demostrar un tal desprecio de todas las conveniencias de la vida de familia, que hace pensar en los peores excesos de la Revolución francesa. Y supongo que conoce usted a lo que nos condujo ese desafortunado acontecimiento. En cuanto al sitio en que fue encontrada la maleta, es muy posible que el guardarropa de una estación ferroviaria sirva para ocultar una.... indiscreción social y, probablemente, ya antes de ahora ha servido; pero en modo alguno podría considerarse como una base estable para vivir en la buena sociedad.
JUAN. - Entonces, ¿qué me aconseja usted? No necesito decirle que estoy dispuesto a todo con tal de hacer la felicidad de Susana.
LADY BRACKNELL.- Pues le aconsejo, señor Worthing, que trate de adquirir lo antes posible algunos parientes presentables, y que haga un último esfuerzo para descubrir a su padre o a su madre -con uno basta- antes de que termine la temporada.
JUAN.- Pues no sé cómo me las voy a arreglar. Yo lo que puedo presentar en todo momento es la maleta. Encima de un ropero la tengo. Y me parece que podría usted muy bien darse por satisfecha, lady Bracknell.
LADY BRACKNELL.- ¿Darme por satisfecha? ¿Qué está usted diciendo? ¡Supongo que no tendrá usted la pretensión de que vayamos a consentir en que nuestra hija única, educada con el mayor esmero, contraiga matrimonio con un equipaje! ¡Buenos días, señor Worthing! (Sale con una majestuosa indignación.)
JUAN.- ¡Buenos días!
(…)

Oscar Wilde, “La importancia de llamarse Ernesto”, 1895

24 de junio de 2007

Salsa ETA

Cuando oigo en la radio la palabra ETA cambio de dial y si en la otra emisora hablan también de ETA, cosa probable, apago automáticamente el aparato con un reflejo condicionado. Considero repugnante que el problema del terrorismo esté manoseado públicamente por unos indocumentados, que se permiten el lujo de opinar a bote pronto, con un desparpajo idiota, casi siempre visceral, de un asunto tan grave. Las tertulias de la radio y de la televisión se han convertido en la mayoría de los casos en un chapoteo frívolo donde unos profesionales de la saliva gratuita le dan un repaso rápido e improvisado a cualquier problema del universo. Saltan de los agujeros negros de las galaxias al amante de un político, de los muertos en carretera a la pastoral de un obispo, de la caída de la Bolsa a la operación de colon de una cantante famosa, llevando cualquier solución adelante como arrastran la bola los escarabajos peloteros. Se trata de una forma como otra de ganarse la vida, pero meter el terrorismo en la algarabía de las tertulias es como estar en un quirófano con el paciente abierto en canal al que unos cirujanos tratan de realizar una operación quirúrgica problemática, sin pronóstico claro, y en el quirófano entraran y salieran a su antojo celadores, enfermeras, amigos y parientes, el conductor de la ambulancia, un primo llegado del pueblo que es veterinario, el camarero de la cafetería, el cura de la extremaunción y cada uno diera su opinión del enfermo e incluso tratara de meter mano en el mondongo. Nada hay más ridículo que hablar en público de lo que uno no sabe subrayando el comentario inconsistente con el cabreo personal. A la salsa rosa hay que añadir ahora la salsa ETA, ese tomate. Precisamente por tratarse de un asunto muy grave y complicado hay que dejar el problema del terrorismo en manos de profesionales solventes y discretos. A ellos corresponde dialogar con ETA o no dialogar, detener a los terroristas, juzgarlos, apretar los dientes si se produce un atentado y continuar con el trabajo en silencio. Después de todo, vistas en perspectiva, ETA y Batasuna rompen el principio de Arquímedes: desplazan mucho más de lo que pesan, debido a que están día y noche en boca de políticos y de periodistas, que las han convertido en mercancía informativa, en un gancho electoral o en una forma de picar carne para albóndigas. Semejante tabarra llega a romper los nervios de cualquiera, pero ya somos muchos los que al oír el nombre de ETA apagamos la radio y a otra cosa.

Manuel Vicent, 17/06/2007

20 de junio de 2007

Bienvenidos a ‘Palestina’

¡Qué molestos resultan esos musulmanes del Oriente Medio! En primer lugar, les pedimos a los palestinos que abracen la democracia y entonces van y eligen al partido equivocado –Hamas-, y Hamas va y gana una mini-guerra civil pasando a dominar la Franja de Gaza.

Y nosotros, occidentales, aún queremos negociar con el desacreditado Presidente, Mahmud Abbas. Hoy, “Palestina” –y permítanme que mantenga esas comillas en su sitio- tiene dos primeros ministros. Bienvenidos a Oriente Medio. ¿Con quién negociaremos? ¿A quién nos dirigiremos para hablar? Por supuesto que deberíamos haber hablado hace meses con Hamas. Pero no nos gustaba el gobierno elegido democráticamente por el pueblo palestino. Se suponía que iban a votar por Fatah y por sus corruptos dirigentes. Pero votaron por Hamas, que rechaza reconocer a Israel o acatar el totalmente desacreditado Acuerdo de Oslo.

Nadie preguntó –desde nuestra parte- a qué particular Israel se suponía que Hamas tenía que reconocer. ¿El Israel de 1948? ¿El Israel de las fronteras posteriores a 1967? ¿El Israel que construye –y continúa construyendo- inmensos asentamientos para judíos y sólo para judíos en la tierra árabe, engullendo hasta más del 22% de la “Palestina” sobre la que aún hay que negociar?

Y por eso, hoy se supone que tenemos que hablar con nuestro fiel policía, el Sr. Abbas, el “moderado” (como le denominan la BBC, la CNN y Fox News) dirigente palestino, un hombre que escribió un libro de 600 páginas sobre Oslo sin mencionar ni una sola vez la palabra “ocupación”, refiriéndose siempre a la “reorganización israelí” como “retirada”, un “dirigente” en el que podemos confiar porque mantiene lazos y va a la Casa Blanca y siempre dice todo lo que nos resulta conveniente. Los palestinos no votaron a Hamas porque quisieran una república islámica –que es cómo se representará la sangrienta victoria de Hamas- sino porque estaban cansados de la corrupción del Fatah del Sr. Abbas y de la naturaleza putrefacta de la “Autoridad Palestina”.
(…)
Desde luego que resulta fácil echar una maldición sobre ambos. Pero así nos pasa con todo el Oriente Medio. Si tan sólo Bashar al-Asad no fuera Presidente de Siria (sólo el cielo sabe cuál sería la alternativa) o si el chiflado Presidente Mahmud Ahmedineyad no controlara Irán (aunque actualmente no conoce dónde empieza y dónde termina un misil nuclear). Si Líbano fuera sólo una democracia de nuestra propia cosecha como nuestros pequeños países de patio trasero de césped, por ejemplo, Bélgica o Luxemburgo. Pero no, esos molestos medio-orientales votan siempre por la gente equivocada, apoyan a la gente equivocada, aman a la gente equivocada, no se comportan como nosotros, los civilizados occidentales.

Así pues, ¿qué es lo que vamos a hacer? ¿Apoyar que se vuelva a ocupar Gaza, quizás? En todo caso, lo que no haremos será criticar a Israel. Y seguiremos reservando nuestros afectos para los reyes y princesas y poco atractivos presidentes del Oriente Medio hasta que toda la zona nos estalle en la cara y entonces diremos lo mismo que estamos diciendo ya de los iraquíes: que no se merecen nuestro sacrificio y nuestro amor.

¿Cómo vamos a abordar un golpe de estado de un gobierno elegido?

Robert Fisk, 17-06-2007
Artículo íntegro:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=52333

16 de junio de 2007

2046 (Wong Kar-wai)

De vez en cuando, un tren misterioso parte rumbo a 2046.
Todos los pasajeros que se dirigen a ese lugar tienen el mismo objetivo…
quieren recuperar la memoria perdida; pues en 2046 nunca cambia nada.
Nadie sabe realmente si eso es cierto,
porque nadie, absolutamente nadie, ha regresado nunca;
excepto yo, porque yo tengo que cambiar.

…¿y a ti?, ¿qué te gustaría encontrar en 2046?

Wong Kar-wai, “2046

9 de junio de 2007

en la tetería de Abraham (Rubén Gallardo)

Entre amarillentos dedos adictos a la nicotina y miradas perdidas en busca de lo que nunca aconteció sin ni siquiera apercibirse, cada trago amargo de té le reconcilia con su mundo de equilibrios imposibles. Al otro lado del cristal, un perro afgano ciego ladra al cielo, confundido, entre dosis de rabia y resignación. Mientras, en la otra orilla del río, un vagabundo espera que se detenga la corriente, o al menos cambie de sentido. Los tragos amargos se suceden y en cada uno se siente derramar la vida, cada tarde, en la tetería de Abraham.

Rubén Gallardo Fructuoso, 2005
(copyleft 2007 bajo una Licencia de Creative Commons)

3 de junio de 2007

Se debilita la dictadura mediática

Frente a las debilidades políticas e ideológicas de la derecha, los grandes monopolios privados de los medios de comunicación asumen la función de dirigentes de la derecha latinoamericana. No es novedad para nosotros.
(…)
Es un bloque que constituye un frente continental, solidario en la defensa de sus intereses corporativos que chocan frontalmente con la construcción de democracias en el continente. Nunca tendremos democracias sin que exista un proceso democrático de construcción de opinión pública que sea transparente, pluralista, público.

Uno de los instrumentos de la dictadura mediática privada es la apropiación monopólica del espectro radioeléctrico, un bien limitado de carácter público. Actualmente el 80 por ciento de los canales de televisión abierta y de las emisoras de radio en Venezuela pertenecen al sector privado, cuyas opciones políticas son ampliamente minoritarias en el país, conforme lo demuestran las elecciones certificadas -en cuanto a su corrección- por todos los organismos internacionales presentes en las votaciones que reeligieron a Hugo Chávez para la presidencia del país.

De 709 radios, 706 pertenecen a empresas privadas y 3 a entidades estatales. De los 81 canales de televisión, 2 son estatales 79 privados. En cuanto a los diarios, de los cuales 12 tienen carácter nacional y 106 son regionales,todos son privados.

El gobierno ha terminado el contrato de concesión de uno de los principales representantes de la oligarquía privada de los medios venezolanos -Radio Caracas Televisión- que participó activamente en el golpe militar de abril de 2002 -apoyado por el gobierno de Estados Unidos y por diversos medios brasileños y de otros países-, frustrado por la decidida acción popular. En reunión con el efímero jefe del gobierno golpista, Pedro Carmona, los magnates de los medios privados, entre ellos Marcel Granier propietario de RCTV, le dijeron que "podían garantizar el apoyo de los medios".

Un apoyo que fue mucho más que eso: ese medio privado fue un gran incitador del golpe, dio toda su cobertura al derrocamiento del gobierno legítimamente elegido por el pueblo, dio amplia cobertura a la reunión de los golpistas en el palacio presidencial y suspendió cualquier cobertura, que sustituyó con dibujos animados norteamericanos, a la entrada del pueblo en escena para restituir al presidente que había elegido democráticamente.
(…)
El gobierno venezolano no actuó inmediatamente después del fracasado golpe de 2002. Esperó cinco años, hasta que terminara la concesión de RCTV para no renovarla, sustituyendo a ese canal por una TV pública que comenzó sus transmisiones a las cero horas del 28 de mayo, con el nombre de TVes, Televisora Venezolana Social.

Con esto avanza en el pluralismo; se debilita la dictadura de los monopolios privados de la comunicación: al contrario de lo que sostienen en cada uno de los países las expresiones nacionales de ese oligopolio que, como siempre, reflejan la realidad cabeza abajo, cuando se afecta directamente su posición monopólica

Artículo: Emir Sader, 03/06/2007, rebelion.org
Otros artículos: "Apoyo del pueblo venezolano a Chávez"

31 de mayo de 2007

El lenguaje (Eduardo Galeano)

Las empresas multinacionales se llaman así porque operan en muchos países a la vez, pero pertenecen a los pocos países que monopolizan la riqueza, el poder político, militar y cultural, el conocimiento y la alta tecnología. Las diez mayores multinacionales suman actualmente un ingreso mayor que el de cien países juntos.

Países en desarrollo es el nombre con que los expertos designan a los países arrollados por el desarrollo ajeno. Según las Naciones Unidas, los países en desarrollo envían a los países desarrollados, a través de las desiguales relaciones comerciales y financiera, diez veces más dinero que el dinero que reciben por la ayuda externa.

Ayuda externa se llama al impuestito que el vicio paga a la virtud en las relaciones internacionales. La ayuda externa se distribuye de tal manera que, por regla general, confirma la injusticia, y rara vez la contradice. El África negra padecía, en 1995, el 75 por ciento de los casos de sida en el mundo, pero recibía el tres por ciento de los fondos distribuidos por los organismos internacionales para la prevención de esa peste.

Eduardo Galeano, “Patas arriba. La escuela del mundo al revés”, 1998

22 de mayo de 2007

Kings of Leon

“¿Cuál es la última canción que habéis tocado?”, dijo Bob Dylan a Kings of Leon al final de un concierto conjunto. “Es cojonuda”.

Discos imprescindibles:
“Because of the Times” (2007)
“Aha Shake Heartbreak” (2005)
“Youth & Young Manhood” (2003)

Más información:
http://www.kingsofleon.com/
http://en.wikipedia.org/wiki/Kings_of_Leon

17 de mayo de 2007

escritos de un viejo indecente (Charles Bukowski)

-siéntese, Stirkoff. --gracias, señor.
-estire las piernas. --muy amable de su parte, señor.
-Stirkoff, tengo entendido que ha estado usted escribiendo artículos sobre justicia, igualdad; también sobre el derecho al gozo y a la supervivencia. ¿Stirkoff? -- ¿sí, señor?
-¿cree usted que habrá algún día una justicia total y razonable en el mundo? --en realidad no, señor.
-¿por qué escribe entonces esa mierda? ¿es que no se siente bien? --he estado sintiéndome raro últimamente, señor, casi como si estuviese volviéndome loco.
-¿bebe usted mucho, Stirkoff? --por supuesto, señor.
-¿y se la menea? --constantemente, señor.
(…)
-¿tuvo un padre malvado? --no sé, señor.
-¿qué quiere decir con eso de que no sabe? --bueno, es difícil comparar. sólo tuve uno, sabe.
-¿se está usted haciendo el gracioso conmigo, Stirkoff? --oh no, señor. como dice usted, la justicia es imposible.
-¿le pegaba su padre? --se turnaban.

-creí que sólo tenía usted un padre. --como todos los hombres. quiero decir que mi madre también intervenía.
-¿le quería ella? --sólo como una extensión de sí misma.
-¿qué otra cosa puede ser el amor? --el sentido común para preocuparse muchísimo por algo muy bueno. no hace falta estar relacionado por la sangre. puede ser una pelota de playa roja o una tostada con mantequilla.
-¿quiere decir que puede usted AMAR a una tostada con mantequilla? --sólo a veces, señor. algunas mañanas. con ciertos rayos de sol. el amor llega y se va sin avisar.
-¿es posible amar a un ser humano? --claro, sobre todo si no los conoces demasiado bien. me gusta observarlos desde mi ventana, ver cómo bajan andando por la calle.
(…)
-Stirkoff, es usted un cobarde. --por supuesto, señor.
-¿cuál es su definición de un cobarde? --un hombre que se lo pensaría dos veces antes de enfrentarse a un león con las manos vacías.
-¿y cuál es su definición de un valiente? --un hombre que no sabe lo que es un león.
-todos los hombres saben lo que es un león. --todos los hombres suponen que lo saben.
-¿y cuál es su definición de un imbécil? --un hombre que no comprende que básicamente se están desperdiciando Tiempo, Estructura y Carne.
-¿quién es un sabio, pues? --no hay ningún hombre sabio, señor.
-entonces no puede haber imbéciles. si no hay noche no puede haber día; si no hubiese ningún blanco no podría haber ningún negro. --disculpe, señor. creí que todo era lo que era, sin depender de otra cosa.
-ha metido usted el pijo en demasiados floreros. ¿no entiende que TODO es correcto, que nada puede ser incorrecto? --comprendo, señor, que lo que pasa, pasa.
-¿qué diría sí yo hiciese que le decapitasen? --no podría decir nada, señor.
(…)
-finge saber. ¿qué es saber? ¿qué es ciencia? --saber lo menos posible.
-¿cómo es posible eso? --no sé, señor.
-¿puede construir un puente? --no, señor.
-¿puede hacer un arma? --no, señor.
-esas cosas son los productos del saber. --esas cosas son puentes y armas.
-tendré que hacer que le decapiten. --gracias, señor.
-¿por qué? --es usted mi motivación cuando tengo muy poca.
-soy JUSTICIA. --quizás.
-soy el Ganador. haré que le torturen, le haré gritar. haré que desee la muerte. --por supuesto, señor.
-¿comprende que soy su amo? --es usted mi manipulador; pero no hay nada que usted pueda hacerme que no pueda hacerse.
-cree decir cosas muy inteligentes pero entre alarido y alarido no dirá nada inteligente. --lo dudo, señor.
(…)
-¿lee usted los periódicos? --sólo uno.
-¿cuál? --OPEN CITY.
-¡GUARDIA! ¡LLEVE A ESTE HOMBRE A LAS CAMARAS DE TORTURA INMEDIATAMENTE Y EMPIECE A ACTUAR!
(…)
salen guardia y preso. el rey se echa hacia adelante, sonríe malévolamente mientras Vaughn Williams suena por el intercomunicador. fuera, el mundo avanza como un perro comido de pulgas meando en un hermoso limonero que vibra al sol.


Charles Bukowski, “escritos de un viejo indecente”, 1969

13 de mayo de 2007

Ficción (Cesc Gay)

Ficción como sucede en todas mis películas gira alrededor de la contención emocional y cuenta algo común a muchas personas, que como su protagonista, viven en pareja y han formado una familia.

Ficción habla de lo que perdemos a medida que cumplimos años. De todo lo que ya no podemos vivir porque hemos escogido otros caminos. No es una película pesimista. Es un poco triste y algo romántica.

Dirección: Cesc Gay
Guión: Cesc Gay y Tomàs Aragay
Actores: Eduard Fernández, Javier Cámara, Montse Germán, Carme Pla, Àgata Roca
Rodaje: Filmada en catalán en Lles de Cerdanya y Barcelona. España 2006.

Web oficial: http://ficcion.altafilms.com

9 de mayo de 2007

rendijas por las que escapar (Rubén Gallardo)

apenas un resquicio de luz ilumina la estancia cuando el despertador golpea mi alma con violenta precisión suiza. retazos de la última huída nocturna aún pasean por mi cabeza mientras la treintena, esa impasible compañera, apura las heridas con cuchillas de doble filo. me desayuno con la propaganda radiofónica de independientes tertulianos de estómago agradecido. ni siquiera el primer café mejora el panorama. bajo un cielo de ceniza algunos cadáveres de mirada perdida caminan absortos por las calles y las aceras tristes parecen cansadas de ser pisadas en vano. la ciudad cae rendida ante su propio reflejo.

camino al trabajo, en un momento de tregua, sintonizo radio 3 y la voz desgarrada de Tom Waits me reconcilia con mi mundo de sueños rotos. la canción termina y el viaje llega a su fin. bajo del coche y voy caminando avenida esperanza abajo, consciente de cuan ajeno me resulta todo, pero sonriendo a mis instintos, sabedor de rendijas por las que escapar.

Rubén Gallardo Fructuoso, 2007
(copyleft 2007 bajo una Licencia de Creative Commons)

6 de mayo de 2007

De tanto callar (Deluxe)

Dicen que ahora vives en un agujero negro
y que te has vuelto como la nieve mas fría,
que ya no hablas con nadie,
que todo es gris en tus días de hielo.

Dicen que en tu vida no entra un rayo de sol
y que has cerrado para siempre los ojos,
que caminas feliz a oscuras
por lo que puedas ver.

Dicen, dicen,
pero tú no dices nada.

Dicen que sonríes en la soledad
y que de noche hablas a escondidas,
que cantas y bailas con los espejos
esperando alguna respuesta del tiempo.

Dicen, dicen,
pero tú no dices nada.
De tanto callar,
tú ya no dices nada.
(...)

Deluxe, “fin de un viaje infinito”, 2007

29 de abril de 2007

La máquina del mundo (Diego Vasallo y Roger Wolfe)

Ha entrado ya la luz al cuarto. Busco las sombras de mi cuerpo entre las sábanas sudadas donde yazco. He decidido abolir el tiempo en los relojes —cansado de escrutarme la lengua ante el espejo. Afuera escucho la inexorable máquina del mundo, que pone en marcha su engranaje: funcionarios del caos se hacen con la calle, en la gran ciudad del odio y el silencio.

Diego Vasallo y Roger Wolfe, “La máquina del mundo”, 2006

22 de abril de 2007

El extranjero (Albert Camus)

(…) El fiscal se volvió entonces hacia el jurado, y declaró: “El mismo hombre que al día siguiente de la muerte de su madre se entregada al más vergonzoso desenfreno mató por razones fútiles para liquidar un asunto incalificable de costumbres inmorales”.

Se sentó. Pero mi abogado, agotada su paciencia, exclamó alzando los brazos de modo que sus mangas al caer descubrieron los pliegues de una camisa almidonada: “¿Se le acusa, en fin, de haber enterrado a su madre o de haber matado a un hombre?”. El público rió. Pero el fiscal se levantó de nuevo, se envolvió en su toga y afirmó que era necesaria la ingenuidad del honorable defensor para no advertir que había entre los dos órdenes de hechos una relación profunda, patética, esencial. “Sí –exclamó con fuerza-, acuso a ese hombre de haber enterrado a una madre con un corazón de criminal”. Esta declaración pareció tener un considerable efecto entre el público. Mi abogado se encogió de hombros y enjugó el sudor que cubría su frente. Pero él mismo parecía quebrantado y comprendí que las cosas no iban bien para mí.

Se levantó la sesión. Al salir del Palacio de Justicia para subir al coche, reconocí por un breve momento el olor y el color de la tarde de verano. En la oscuridad de mi prisión móvil, volví a encontrar uno a uno, como desde el fondo de mi cansancio, todos los ruidos familiares de una ciudad que amaba y de una cierta hora en la que solía sentirme contento. El grito de los vendedores de periódicos en el aire ya sosegado, los últimos pájaros en la plazoleta, el reclamo de los mercaderes de bocadillos, el lamento de los tranvías en los altos virajes de la ciudad y este rumor del cielo antes de que la noche caiga sobre el puerto, todo recomponía para mí un itinerario de ciego, que conocía perfectamente antes de entrar en la cárcel. Sí, era la hora en la que, hacía ya mucho tiempo, me sentía feliz. Lo que me esperaba entonces era un sueño ligero y sin imágenes. Y, no obstante, algo había cambiado, pues en la espera del siguiente día, fue mi celda lo que volví a encontrar. Como si los caminos familiares trazados en los cielos del estío pudieran llevar lo mismo a las prisiones que a los sueños inocentes.
(…)

Albert Camus, “El extranjero”, 1942

19 de abril de 2007

las huellas borradas (Rubén Gallardo)

las huellas borradas, perdidas de camino a ningún lugar,
con la certidumbre de no volver a ellas jamás,
alentando, contradiciendo cada uno de mis pasos,
amando, asesinando cada una de mis vidas.

Rubén Gallardo Fructuoso, 2007
(copyleft 2007 bajo una Licencia de Creative Commons)