16 de julio de 2007

la partida (Rubén Gallardo)

sobre el viejo tapete verde raído y descolorido por el tiempo y la mala fortuna, empezó una nueva partida. tenía ante él las cartas que en la primera mano le había tocado jugar. apenas las levantó el ángulo justo para saber que tanto colorido no auguraba nada bueno a su devenir. una mirada más precisa le confirmó que ni siquiera el orden estaba de su parte. desechó tres de las cinco cartas con la incauta esperanza de que aún no estuviese todo perdido, y bebió otro trago antes de conocer las renovadas intenciones de su suerte. de repente, alguna antigua herida le ardió por dentro y quedó paralizado, con la mirada enmarcada y la vida en pausa. justo frente a él pudo identificar, con traicionera claridad, los cuatro ases marcados de la baza contraria que descansaban sobre la mesa con la indeferencia y despreciable seguridad del que se sabe vencedor. las cartas que antaño él mismo había marcado con la ingenua ilusión de ser un ganador, hoy le anticipaban una derrota inapelable sin necesidad de llegar al final del juego. la agónica luz amarillenta del cuarto de paredes desgarradas proyectaba la sombra de una botella de vino, ya vacía, sobre el montante de la apuesta. agotado, dejó caer bruscamente su cuerpo sobre el respaldo de la silla, quedando su mirada fija en una vieja pintura que siempre había estado allí, presidiendo la estancia, y sobre la que nunca antes había reparado. en la escena un bufón enano sonreía mientras dos forzudos hombres calvos y con prominentes bigotes le manteaban por los aires ante las obscenas risas y aplausos de los presentes y la satisfecha mirada del rey. fue entonces cuando decidió, tras comprobar que le quedaba suficiente dinero para agenciarse otra botella de vino, que la partida había terminado. se levantó con equilibrios propios del mejor trapecista, metió los billetes en el bolsillo izquierdo de su pantalón, se puso el cuero de las batallas nocturnas y echando un último vistazo nostálgico al cuarto, donde no había absolutamente nadie más que la presencia estática del bufón y los dos forzudos, apagó la luz y salió a la calle, girando por el primer callejón de neón al encuentro de una nueva partida.

Rubén Gallardo Fructuoso, 2007
(copyleft 2007 bajo una Licencia de Creative Commons)

1 comentario:

  1. considero que jugar a las cartas es algo que te tiene que divertir. si pierdes una partida o te salen malas cartas, no es cosa como para poner la cabeza hacia atrás con los ojos en blanco. otra cosa muy distinta sería el tráfico de estupefacientes, cosa a la que no se refiere el texto en ningún momento ni lugar. otro tema es el de la hora. ¿a qué hora se estaba jugando a las cartas? lo digo porque a lo mejor por eso estaba el hombre tan jodido, siendo las 6 de la mañana y entrando al trabajo a las 6.30, cosa muy distinta sería, ciertamente. yo necesito dormir 8 horas pero no paso de las 4 por los cargos de conciencia y los asesinatos, y claro está también el tráfico de estupefacientes al que anteriormente me he referido en este escrito precisamente.

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