El parte oficial del final de la guerra fue respondido con júbilo por el pretendiente a la corona de España, don
Desde Berlín, un último despacho ponía la guinda a tanta buenaventura. “Con motivo de la entrada de las tropas de España en Madrid, os envío mis más calurosas felicitaciones. España Nacional acaba de lograr la victoria definitiva sobre el bolchevismo, ese elemento destructor de los pueblos. Alemania saluda conmigo a vuestras magníficas tropas, y al expresaros nuestro entusiasmo tengo la certeza de que alumbra en España la áurea de un renacer que justificará los sacrificios y los esfuerzos realizados.” Firmado, el führer Canciller del Reich, Adolfo Hitler.
El diario Abc retornaba el día 29 a sus antiguos propietarios, …, con un dibujo a toda página del general Franco y una glosa del hombre de la nueva España.
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Para los derrotados no hubo palabras. Quienes pudieron escapar salvaron la vida al precio de un largo exilio. Quines no pudieron hacerlo, o decidieron permanecer en España para continuar la lucha, tenían ante sí una labor hercúlea que les convertía en héroes anónimos. Virtudes y María del Carmen estaban entre ellos, aunque entonces no sólo no lo pretendían, sino que estaban muy lejos de saberlo.
“Trece rosas rojas”, Carlos Fonseca, 2004